Aunque ya no lo necesitaba, Bob Dylan, el mítico cantautor estadounidense nacido en Duluth, Minnesota en 1941, concentró los focos de la prensa mundial en 2016 con la consecución del Premio Nobel de Literatura, que le fue concedido por la Academia Sueca después de varios años de rumores, los que sucedieron al también sonado Pulitzer por su contribución y alcance en la cultura norteamericana.
Era la primera vez que se concedía este galardón a un músico, en medio de una gran controversia acerca de la naturaleza del medio literario, pero lo cierto es que el Nobel acabó de encumbrar a un hombre que desde su edad más temprana ha vivido intensamente, una existencia desenfrenada acorde a su leyenda.
Un Nobel en Triumph – Bob Dylan: En la carretera
La vida de Bob Dylan, que ha sido capturada por Martin Scorsese en dos magníficos documentales, No Direction Home (2005, donde se narran sus comienzos) y Rolling Thunder Revue (2019, este en realidad casi un falso documental o mockumentary, si no una obra de ficción, que coge el trasfondo y aplica su propia forma) ha estado siempre muy ligada a la carretera. De hecho, fue un gran amigo personal de Allen Ginsberg, el poeta de la generación beat por excelencia y uno de los primeros en proponerle para el nobel, participando en la comisión de 1996 que lanzó su candidatura. Con él visitaría en Lowell, Massachusetts, la tumba de Jack Kerouac, autor de En el camino, novela clave en la literatura del siglo XX y uno de los grandes responsables de que la Ruta 66 sea como la conocemos hoy en día. Un libro que puso la cultura de la carretera en el mapa e instauró el road como género en todas las artes, y del que también se nutrió la cultura biker.
Un Nobel en Triumph – Bob Dylan: Sobre una Triumph Tiger T100
How many roads must a man walk down, / before you call him a man
Así pues, aunque no se conozca tanto, no es de extrañar que Dylan sea un gran amante de las motos. O al menos lo fue hasta que, en 1966, cuando el músico contaba con tan sólo 24 años (misma edad en que James Dean sufría su fatal accidente de coche) y mientras conducía por Woodstock (Nueva York) con su Triumph Tiger T100, perdió el control en circunstancias que dice no ser capaz de recordar. Aunque no iba solo (lo seguían en coche la mujer de su agente y el mismo Grossman), todo que envolvió este accidente, que prácticamente lo sacó de escena durante ocho largos años y supuso un punto de inflexión radical en su carrera, conforma una historia rocambolesca y llena de misterio, a la altura de las mejores estrellas del rock.
Un Nobel en Triumph – Bob Dylan: El precio de la fama
“Cuando tuve ese accidente… Me di cuenta de que todo lo que hacía era trabajar para todas esas sanguijuelas. Y no quería hacerlo. Además, tenía una familia y lo único que quería era ver a mis hijos”, confesaba Dylan en 2006.
Durante los dos años que tuvo la Tiger, previos al accidente, a Dylan le estaban sucediendo muchas cosas. Pese a su juventud, había publicado ya buena parte de las que hoy son consideradas sus mejores canciones, como Blowin’ In The Wind o The Times They Are A Changin’ , había recibido dos discos de platino, le llovían propuestas profesionales y comerciales de toda clase y se hallaba inmerso en una gira mundial frenética que se dilataba en el tiempo de manera indefinida.
Un Nobel en Triumph – Bob Dylan: El hombre o la leyenda
“Estuve en la carretera durante casi cinco años. Acabé hundido”.
Entonces ocurrió el accidente. La rueda trasera de su Tiger Triumph le patinó a causa de un vertido de aceite, el sol le cegó y perdió el control, el asfalto estaba mojado… La verdadera causa del percance no está clara, y su protagonista nunca ha hecho grandes esfuerzos para arrojar luz al respecto, mostrándose incluso místico. Lo cierto es que iban por Striebel Road, un camino traicionero y revirado para cualquier vehículo. Nada se sabe de la caída más que lo que asegura el propio Dylan, pues tanto su manager como su mujer Sally, que lo seguían en coche, se habían quedado rezagados, y sólo lo vieron ya tendido en el pavimento, a la altura de una curva. No parecía herido, pero se quejaba entre gemidos.
Tras ello no hay informes policiales, reportes hospitalarios ni más testigos. Pese a la supuesta gravedad de las heridas (se dijo aquejado de varias fracturas en vértebras cervicales), Dylan no ingresó en el centro hospitalario más próximo, sino que fue llevado hasta el domicilio del doctor Ed Thaler en Middletown, a una hora de distancia, donde permaneció un mes.
Un Nobel en Triumph – Bob Dylan: Especulaciones sobre su accidente
Hay quien dice que Dylan volcó su moto Triumph a propósito, quien dice que exageró la gravedad de su lesión, y no faltan quienes afirman que todo fue una gran invención para librarse de los numerosos asuntos que le asfixiaban. Otros rumores (aunque él trataría de desmentirlo) apuntan a que también buscaba desintoxicarse de las anfetaminas, de las que se dice que abusaba para aguantar el ritmo de conciertos, grabaciones y apariciones públicas.
Un Nobel en Triumph – Bob Dylan: Un punto de inflexión en su carrera
Lo cierto es que Bob Dylan nunca volvió a ser él mismo. Durante los ocho años siguientes se dejó ver en los escenarios a cuentagotas, perdiéndose tanto el llamado “Verano del amor” de 1967 como el Woodstock del 69. A partir de entonces, el tono político reivindicativo con que impregnara sus canciones han dado paso a un estilo más intimo y personal, buceando en géneros como el country o el blues.
Y, mientras tanto, la leyenda continúa.
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